¡DOLOR!
¡DOLOR! ¡DOLOR!
Duelo por un Hermano
que se fue al Oriente Eterno (1872)
La Mas:. española está de duelo. Rota está la
misteriosa cadena y falta uno de sus principales eslabones; un h:.. se
ha perdido, y nadie le encuentra; tres veces se ha dado su nombré al
viento, y el viento no ha devuelto el nombre querido; hemos recorrido
nuestros Valles, y el obrero que buscamos no se ha refugiado en Tall:.
alguno. Hemos preguntado á los AApr:., y no han sabido darnos cuenta
de lo qué pretendíamos saber; hemos preguntado á los MMaest:., y nada
nos han dicho: gr:. por gr:., y Cám:. por Cám:. hemos andado noche y
dia de Or:. á Oc:., de Nort:. á S:., y nuestra voz se ha perdido en
las brumas de lo desconocido. Hemos tropezado con columnas rotas y
atributos mudos, y las lágrimas han surcado nuestras mejillas, y el
viento de la desolación azotó nuestros semblantes. En nuestra
peregrinación tristísima, sólo hemos hallado la pal:. sagr:. Algunos
obreros fatigados y llorosos, han venido á nosotros y nos han mostrado
vacío el tr.. de LA CARIDAD.
Entonces hemos comprendido por qué hay una Log:. viuda
y un eslabón perdido. Hemos vuelto la vista á la eternidad que viene,
y bajo la enseña de la Rosa y de la Cruz hemos leido un nombre: hemos
mirado más allá, y bajo la banda del 33 hemos divisado una espada
flamígera. El ángel de la predestinación, que guarda los umbrales del
porvenir, nos ha impuesto con su actitud, y dibujado un nombre en la
columna sagrada de la inmortalidad. (¡Mételo I!) ¡Simón Gris Benítez!
Su voz no resonará en nuestros concl:., su palabra no se perderá en
las bóvedas de nuestros TTemp:., su amor no herirá más nuestros
corazones. Su vida fué una tarea, su muerte es un descanso: ni el
trabajo le abrumó, ni la adversidad apagó el entusiasmo de su alma.
Tropezó en el desierto de la adversidad con la duda y el escándalo,
con el crimen y la infamia, con el desaliento y la apostasía, y los
rechazó y avanzó hacia las regiones del amor, sin dudar y sin mentir,
sin temer y sin blasfemar. Trabajó como ardiente y buen obrero en la
obra común, siguió las vías de la fraternidad, y edificó TTemp:. á la
virtud coronándolos con los emblemas de la libertad.
Su esposa fue su delirio, sus hijos su adoración
perpetua, la Humanidad su sueño de amor. Su lecho fué del peregrino,
su mesa perteneció al hambriento, su traje sirvió al desnudo, su hogar
amparó al desvalido. Amó á Dios en espíritu y en verdad: hermano fue
de sus hermanos, amparo de los oprimidos, justicia de los
desamparados, fortaleza de los débiles, fé para los escépticos,
caridad para todo hombre. Brilló en el foro, pero más en el hogar:
amáronle los profanos, respetáronle sus HH:. todos. Viejo por la
madurez, joven por la edad, ha desaparecido de nuestra compañía, y su
cuerpo, oculto por la tiniebla de la destrucción, ilumínase por el
fulgor de la predestinación. Terminada está su tarea y cerca de su
obra los instrumentos de su trabajo. Labró su col:., y recibió su
estipendio. Un crespón cubre el asiento que ocupó.
La CARIDAD le llora, la Mas:. le echa muy de menos. hh:..
amados del alma, volved y volvamos el rostro hacia la región de las
estrellas. Allí está el arco misterioso, allí la escuadra rutilante,
allí el luminoso compás. Allí también mora el espíritu de nuestro h:.
¡Oh! no olvidéis sus ejemplos, MMas:. de España. Seguid la via que os
trazó y contemplad las piezas de Arq:. que dejó acabadas: inspiraos en
sus pplan:. y bal:. Y cuando las espinas del desencanto destrocen
vuestros pies y las hieles de la persecución acibaren vuestra alma, y
la prueba del martirio os abrume, levantad los ojos á lo alto,
acordaos de Mételo I, y confortados y fortalecidos, volved a la
cotidiana tarea. Las palabras de los hombres faltan, las de Jehováh
jamás. Acordaos de que nuestra obra es indestructible. Imitad las
virtudes del que con nosotros transitó. Paz, paz y gloria á los que
fueron. Paz, paz y amor á nuestro primer Mételo. Amor á su viuda y á
sus hijos. Entusiasmo y vocación por nuestra sagrada Orden. La
Redacción.
Fuente: Boletín del Gran Oriente de España nº
34, 1 de septiembre de 1872, p. 4.
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